Texto íntegro, escrito y enviado por Alfonso Sastre para El Barracón

UNA CURIOSA ANÉCDOTA A PROPÓSITO DE «ESCUADRA HACIA LA MUERTE»

Buenas noches. Soy el actor (nombre del actor) y aquí hago el papel del escritor Alfonso Sastre. Ejem. (Ligera pausa) Ejem, voy a contarles una curiosa anécdota de mi vida. (Entra en la materia sin más preludio). En una breve polémica que yo mantuve durante el franquismo con mi colega Antonio Buero Vallejo, éste me reprochaba que yo fuera (decía él) «imposibilista», en el sentido de que escribía obras para que me las prohibiera la censura y poder presumir así de mi libertad personal y política frente al Régimen y contra él. Desde luego, puede entenderse así que yo dijera que había que escribir «como si la censura no existiera», en una libertad de la que no gozábamos; pero lo hacía justamente para denunciar así su existencia, y no darle el trabajo hecho, que eso es precisamente la autocensura.

Pero lo que ocurría es que yo rechazaba que la conciencia de ese gran obstáculo de la vida cultural se convirtiera en una fuente de automutilaciones. ¿Entonces qué hacer? ¿Nos encontrábamos ante un callejón sin salida?

Desde luego, tratar el tema de unos soldados que matan en una guerra a su jefe parecía un buen argumento para quienes pensaran que yo era autor consciente de escribir obras imposibles. ¿Qué pasó para que yo hiciera tal cosa? Pasó… que pasó por Madrid un director inglés de un teatro de vanguardia y que este director me pidió una obra para hacerla en Londres y que entonces yo pude escribir este drama sin temor alguno a la censura española. Aquel proyecto inglés no se realizó y yo di mi obra a un «Teatro Popular Universitario», con una operación, ¡sí!, de autocensura, que consistió en cambiar los nombres de los personajes: por ejemplo, el cabo de la escuadra, que se llamaba Ruiz, pasó a llamarse Goban, un apellido inventado, como los demás. Los uniformes podían recordar a los del ejército finlandés o algo parecido.

¡Con estos cambios, el texto pasó por la censura sin corte alguno!

Así empezó la larga historia de «Escuadra hacia la muerte», cuya fulminante prohibición cuando se habían hecho tres representaciones, la convirtió, durante el franquismo, en la obra más prohibida y más representada de aquellos años. Hoy me siento feliz en esta nueva andanza, ahora gloriosa en función de los muchos premios obtenidos en el Certamen de Teatro Universitario de la Universidad Complutense, por el grupo El Barracón, bajo la diestra batuta de César Gil, a quienes doy infinitas gracias y con quienes me permito participar -¡dejadme un sitito a vuestro lado!- en las dulces mieles de este gran triunfo.

Firmado Alfonso Sastre.

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