Representar es lo que más gusta a los barraconeros y hacerlo en determinados lugares, aún más.
El Auditorio del palacio de Pedro I de Torrijos es un marco impresionante en el que “La piedra oscura” de Alberto Conejero lució con su emoción y la que sentían los intérpretes. Silencio educado y reverencial del público (no se oyó ni un habitual móvil despistado) que culminó con una gran ovación, mantenida, sincera, con público en pie.
Siguiendo nuestra costumbre, tras la función, los que intervenimos en el espectáculo hablamos con los asistentes. Gracias por lo que nos dijeron. Gracias, Torrijos.
Y seguimos…
El Barracón con los trastos a otra parte
Felizmente sentiremos lo que debieron de sentir los antiguos cómicos con su “hoy aquí, mañana allí y después… allá”. Sí, sí, con más comodidad, con otro tipo de caballos, pero el espíritu, el mismo. Y sin tener que dormir a varias leguas del lugar.
El viernes 18 dormiremos (poco) en la cacereña localidad de Torrejoncillo donde haremos “La piedra oscura” dentro de su XXVII Certamen Nacional “Raúl Moreno Molero”. Un reencuentro feliz que esperamos con gran ilusión.
El sábado 19, madrugón para representar en el Centro Cultural de la Villa de Loeches (Madrid) “El señor Ibrahim y las flores del Corán”.
Y el domingo 20 terminamos la gira en el auditorio Joan Manuel Serrat de Algete (Madrid) con “La piedra oscura”.
Nuestro montaje de “El señor Ibrahim y las flores del Corán” consigue los premios en las tres categorías en las que estaba nominado.
Premio al Mejor Espectáculo, Premio a Mejor interpretación masculina protagonista (Carlos Manrique) y Premio a la Mejor Fotografía.
Estos premios son los más prestigiosos del ámbito amateur a los que se pueden presentar los más importantes montajes de toda España.
El acto de entrega de premios ha tenido lugar en la Sala Berlanga de Madrid y ha contado con un padrino de excepción: el actor Manuel Galiana que ha recibido el reconocimiento a toda su vida.
Gracias a todos los que han permitido que hayamos alcanzado este sueño: a los compañeros de los demás grupos que nos seleccionaron y al Jurado, con grandes nombres de la escena, que nos los han otorgado. Y gracias a todos los que nos apoyáis siempre con vuestro aliento, asistencia y aplauso.
Entrar y ver
lo que estaba montado en el escenario, en todo el teatro, incluso en el
vestíbulo, era sorprenderte.
Un Circo en un
Teatro.
¿Estaría el
acto a la altura de lo que se veía?
16 músicos
tocando en directo, animadores de pista, multitud de payasos vestidos de…
payasos; queremos decir: muy bien caracterizados de eso: de payasos. ¡Gran
vestuario! Un maestro de ceremonias, un jefe de pista, un propietario del circo…
en definitiva: un todo terreno, con un megáfono antiguo, hablando, vistiendo y
entonando como tal… Gran Antonio García.
Van apareciendo
las atracciones del Zirkus: Contorsionista, trapecista, domador, mago, lanzador
de cuchillos, forzudo, un hombre bala…. Rejas para el número de los leones, un
gran cañón para el hombre bala, cuerda floja para la equilibrista de lado a
lado del anchísimo escenario y por encima del patio de butacas, trapecio…. Lo
tradicional…
Pero esto es
lo de menos. Un alarde de medios, que parecen más porque se han sabido utilizar,
un gran trabajo en su construcción…, pero a veces los medios no se saben
aprovechar y los trabajos fallan… ¿Qué harían con todo eso?
Sorpresa:
Mucho… ¡No! Lo justo.
Actuaciones
medidas, cada intérprete en su papel.
Expectación
ante cómo resolverían cada número, cada compromiso.
Solución:
ingenio, simpatía y enorme sentido del ritmo escénico reservado sólo para unos
pocos privilegiados del arte escénico. Eso no se aprende: se tiene o no se
tiene…
Público
entregado. Público partícipe. Público hipnotizado ante lo que estaba viendo.
El Gran Circo,
el de la Vida, el del Teatro.
Y entre número
y número, subida y bajada de telones, de trastos, proyecciones, candidaturas y
proclamación de los premiados que subían a recoger su trofeo y, otra sorpresa,
hablaron lo justo y bien….
Fin de la
Gala. Público entregado, todos en pie, ovaciones y bravos… Los espectadores no
se querían ir.
Foto de
familia. El público, el del patio y el del anfiteatro, sigue sin irse y, en pie,
ovaciona a todos.
GRAN PREMIO,
aunque no se entregase a… Al auténtico triunfador de la noche y, ¿quién sabe?, de
la V Muestra de Teatro de Leganés,
sin tan siquiera inscribirse: El espectáculo “GRAND ZIRKUS” de la Compañía Menecmos, merecedor del premio
a la mejor dirección, Román Silgado
-¿sólo eso?-, mejor autoría (premio que no hay en las bases) a Verónica del Río y mejores a… TOD@S ex aequo.
Enhorabuena, Menecmos.
Nos habéis
enseñado lo que es una gala. Mejor que las famosas galas que se televisan en
todo el mundo cada año; tienen aún más medios, más famosos… pero no tienen lo
que mostrasteis vosotros. “La mayor gala
del mundo”. Quien la vio, lo sabe.
Y después,
convivencia con todos los grupos en un ágape generoso.
La felicidad
de lo hecho, del reconocimiento, del disfrute de los premios….
Y el bajón de recoger
todo y sentir el vacío de que todo ese tinglado de la antigua farsa ha sido
para una única vez…
Quizás sea el mejor momento
para recordar los versos de Woodsworth:
“Aunque ya nada pueda devolvernos la hora del
esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos,
porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo”.
Así es la vida
de los cómicos…
Terminar y
volver a empezar…
¡Feliz XXV
Aniversario, Menecmos!
A por las
Bodas de Oro de la Compañía.
¡Viva el
TEATRO!
¡Ah, sí! No
hemos hablado de los premios de la Muestra.
El Barracón,
con “El señor Ibrahim y las flores del
Corán”, de Éric Emmanuel Schmitt, en versión de Ernesto Caballero, fue
reconocido con 5 nominaciones: Mejor
vestuario, mejor escenografía, mejor Alejandro García como actor protagonista,
a mejor dirección y a mejor montaje.
Y 2 grandes premios: Carlos Manrique, como Mejor
actor principal, quien llamó a compartir escenario y premio con Alejandro, y Premio del Público.